miércoles, 25 de agosto de 2010

COMIENZA LA OTRA HISTORIA

La década del 50 aún era joven. El automovilismo argentino crecía y se proyectaba al mundo, conducido desde el Automóvil Club Argentino por aquel inigualable dirigente que fue Francisco Borgonovo.
Oscar y Juan Gálvez, Pablo Gulle, Daimo Bojanich, Félix Peduzzi, Marcos Ciani, Daniel Musso, Eusebio Marcilla, Jorge Descotte, Alberto Logulo y muchos otros, llenaban de emoción cada mañana de domingo corriendo por las rutas argentinas.
Juan Manuel Fangio comenzaba a transitar, humildemente, el camino que lo conduciría hasta la cima, hasta la gloria de ser el más grande de todos.
En Comodoro Rivadavia un puñado de pilotos se las ingeniaba para estar presente en las carreras que se corrían en la región.
No era fácil, por aquellos años, con los medios disponibles, correr en Río Gallegos, Puerto Deseado, Jaramillo, Gaiman o Trelew. Los recursos no alcanzaban, los caminos no ayudaban y el clima, muchas veces, mataba las mejores intenciones.
Era necesario que la ciudad desarrollara su propio automovilismo, pero eso no era posible sin una entidad que organizara y fiscalizara la actividad.
Allí, en esa necesidad, se encuentra el embrión del Auto Moto Club Comodoro Rivadavia, una idea que comenzó a tomar forma en largas reuniones de café, desarrolladas en el viejo Bar Español, en la segunda mitad de 1951, maduró sobre el final de ese año y se concretó a comienzos de 1952, tras una gran victoria de Juan Fernández en Puerto Deseado.
Leoncio Durandez, el primer presidente que tuvo
el Auto Moto Club de Comodoro Rivadavia.
(Fotografía Gentileza AMC) 
28 de febrero de 1952. Fecha formal de nacimiento del Auto Moto Club. Mojón indiscutible del inicio de la actividad organizada en la ciudad.
Mucho trabajo antes, para aunar criterios, consensuar ideas y homogeneizar posiciones en pro de un objetivo común.
El sueño de Hernán Traher, Manuel Galván, Plácido Pulgar (h), Nazareno Matélica, Gerardo Castillo, Francisco Smith, Alejandro Atorrasagasti, Julio Guerreiro, Andrés Martínez, Jaime Martínez, Enrique Martínez, Pablo Andriach, Raúl Alonso, Víctor Mosqueira, Hugo León, Juan Eduardo Fernández, Juan Bautista Fernández, Leoncio Durandez, Evaristo Do Brito Suares, Oscar Martínez, Antonio Mattarese, Atlántico Soto y María de Camarasa, los socios fundadores, comenzaba a ser realidad.
Leoncio Durandez fue el primer presidente que tuvo la institución y lo fue por muchos años.
Fue quien condujo la entidad en los difíciles primeros tiempos. El que empezó a hacerla grande. El que capitaneó el barco en tiempos de la primera carrera, de las primeras acciones de apoyo a los pilotos comodorenses que corrían afuera, de la consolidación jurídica, del primer autódromo...
Capitán de un barco repleto de marineros de buena voluntad, que supo navegar aun en aguas encrespadas, sin miedo a naufragar.
Dirigente grande, si los hubo, que tal vez no fue reconocido en toda su magnitud por quienes, después, transitaron la senda que el “viejo” Leoncio y otros, comenzaron a trazar.

EL GRAN DEBUT

Juan Bautista Fernández, el inigualable piloto de los años 50, rumbo a la
victoria, en la primer carrera organizada por el Auto Moto Club, en mayo de 1952
“A pesar de la nevazón caída días pasados, el empeño para el mejor desarrollo de la competencia puesto de manifiesto por las autoridades del Auto Moto Club, ha sido exitoso. Se ha conseguido que la parte de tierra, ochocientos metros en total, fuera arreglada y dejada en perfectas condiciones, como así también una de las curvas que resultaba peligrosa para ser tomada a alta velocidad y de lo contrario se bajaría el promedio de la carrera”. De esta manera, el diario El Rivadavia, en su edición del 24 de mayo de 1952, se refería a algunos de los inconvenientes que el Auto Moto Club debió afrontar en la organización de su primera carrera, corrida el 25 de mayo.
La categoría elegida para el gran debut fue el Ford T Semipreparados, una de las más importantes de aquellos años y la que contaba con mayor cantidad de adeptos en Comodoro Rivadavia.
El escenario, un circuito mixto de 3.709 metros de extensión, de los cuales ochocientos eran de tierra, ubicado en los alrededores de km 8, por entonces llamado Santa Juana.

Panchito Smith y su acompañante, Antonio Gimenez, con el auto listo
para encarar la histórica carrera del 25 de Mayo de 1952
(Fotografía: Gentileza Sr. Antonio Gimenez)
Se inscribieron para tomar parte de la prueba, Francisco Smith, acompañado por Antonio Giménez; Nazareno Matélica con su hermano; Pablo Andriach, con Julio Guerreiro de copiloto; José Corredera con Santiago Orsanco; Francisco García con Carlos Antecao; los deseadenses Eduardo Feijoo y Ernesto Costa; Aníbal Viegas con Eduardo Bordeira y Juan Bautista Fernández, cariñosamente conocido como “Matasiete”.
El sábado 24, a las tres de la tarde, el Bar Español sirvió de lugar de reunión para el sorteo de números y el domingo a la mañana, en instalaciones del Club Comferpet tuvo lugar la revisación técnica de las máquinas, tarea que estuvo a cargo de Enrique Martínez, Carlos González, Américo Blanco Brid y Atlántico Soto.
Circuito Santa Juana, año 1952. Juan Bautista Fernandez marcha adelante y en su
persecución el piloto de Guardia Mitre, Rodolfo Marich
La historia, rescatada de las amarillentas páginas de los diarios de la época, dice que a las 15h59m de aquel 25 de mayo de 1952, se inició la primer carrera organizada por el Auto Moto Club, cuando, ante un marco de público imponente, estimado en tres mil personas, el auto número dos, de Aníbal Viegas se puso en marcha y tras él, a intervalos de diez segundos, el resto de los participantes.
En la línea de partida quedaron truncas las ilusiones de Nazareno Matélica, con el motor de su máquina enmudecido en el momento menos oportuno, mientras Juan Fernández penaba con un auto que se negaba a arrancar y se vio relegado al último lugar.
Desde allí, “Matasiete” construiría una victoria sensacional. Pero vayamos por partes.
El “Pato” Andriach encabezaba las posiciones al cumplirse la primera vuelta, aventajando por 24 segundos a Feijoo. Mas atrás se ubicaban Corredera, Costa, Viegas, Fernández, Smith y muy retrasado García.
Julio Guerreiro a fondo por los caminos de tierra de Km 8 al volante de uno
de los autos mas lindos de su epoca. Atras la gente... siempre la gente.
Para el tercer giro ya se notaba el avance de Fernández, quien se ubicaba tercero, detrás de Andriach y Feijoo.
Y llegó la cuarta vuelta y con ella el primer golpe de escena de la carrera. Al llegar a la primera curva del circuito, al límite de la exigencia, Andriach perdió el control de su máquina y entro en trompo. Feijoo no perdono y tomó la delantera; Fernández aprovechó y saltó al segundo lugar.
Poco le duró la alegría al de Puerto Deseado, ya que en la octava vuelta una biela fundida clausuró sus aspiraciones, dejando al de Comodoro Rivadavia al frente, con la única preocupación de controlar a Andriach, que intentaba recuperar terreno.
El motor del auto del “Pato” no soportó el esfuerzo. En la vuelta once, una biela dijo basta y el hombre detuvo su marcha dispuesto a abandonar la carrera, “pero ante el insistente pedido de sus simpatizantes, que lo rodearon inmediatamente, anuncia seguir en carrera para clasificarse” (El Rivadavia, 26/5/52).
Nicolas Zuvich, de San Julián, pensativo sobre su Ford poco antes de
iniciarse la carrera del 19 de octubre de 1952
Todo estaba definido, solo restaba esperar el final para ver ganar, por primera vez en Comodoro Rivadavia, a Juan Bautista Fernández.
“Matasiete” lo logró, pero no sin susto. Una pinchadura a tres vueltas de final lo retrasó, poniéndole emoción a la carrera. Sin embargo, la ventaja acumulada hasta entonces fue suficiente para que la victoria no se escapara de sus manos.
A las 17h12m10s, su hijo Norberto, de cuatro años de edad, en brazos de su abuela, le bajó la bandera a cuadros decretándolo ganador, tras 1h12m35s de marcha, a un promedio de 77,278 km/h.
Segundo, recuperándose de un mal comienzo que lo mostró muy atrás en las primeras vueltas, resultó “Panchito” Smith, a tres vueltas del ganador y tercero, como premio a su espíritu deportivo, Pablo Andriach con su motor herido de muerte, a siete vueltas.

EL AUTOMOVILISMO EMPIEZA A TENER CONTINUIDAD

Dos gigantes de su tiempo. Adelante, marcando el camino el notable piloto de
Puerto Madryn, Pedro Sancha. Persiguiéndolo, Guillermo Quintana, de Esquel.
Fue en diciembre de 1952, en Santa Juana.
Entusiasmados por el éxito de su primera realización, los inquietos dirigentes de la joven institución, se pusieron a trabajar en la siguiente, programada para octubre, esta vez con el agregado de una categoría para autos de calle: la Standard Turismo.
El 19 de octubre se llevó a cabo esta prueba, en el mismo circuito de Santa Juana. Fue una carrera muy accidentada, en la que se vivieron dos vuelcos espectaculares, el de Nazareno Matélica, primero y el del piloto de San Julián, Nicolás Zuvich, quien terminó internado en el Sanatorio Rivadavia, además de un violento despiste de Rodolfo Marich, el buen piloto de Guardia Mitre.
Al término de la jornada, Luís Civitarreale fue el ganador en Standard Turismo, mientras que en Ford T, la victoria fue nuevamente para Juan Fernández que en esta ocasión elevó el promedio a mas de 97 km/h, seguido por José Corredera, Gerardo Castillo, Eduardo Feijoo, Rodolfo Marich, Eduardo Lanzani, Marcelino Ramos, Argentino González (todavía no era “Petete”) y Héctor Grandoso.
Angel Escudero y su Forcito a punto de iniciar la carrera de Standard Turismo
corrida en octubre de 1952 en Km 8. Fijese, se corría con el mismo auto que
cuando no había carreras servía para pasear con la familia. Extraordinario.
El 31 de agosto de aquel año 52, un viejo conocido de Comodoro Rivadavia, Ernesto Petrini, asombraba al país al pulverizar la barrera de los 160 km/h de promedio, en su victoria en el triángulo de Tres Arroyos, donde marcó 169,822 km/h. Por aquellos años, esos promedios impresionaban.
Luego vino una competencia en Río Gallegos, el 7 de noviembre, adonde concurrió Juan Fernández, en representación del Auto Moto Club.
“Matasiete” dejó bien alto el prestigio de la institución. Fue, corrió y ganó. Tras cuarenta vueltas a un circuito emplazado en la autopista “Evita”, el de Comodoro Rivadavia doblegó, en dura lucha, al local Aniceto Cabral. Mas atrás se ubicaron Eloy Figuero, Luís Cuesta y Jesús Lerechundi, todos de San Julián y el chileno Santiago Marincovich, de Puerto Natales y Juan Villacorta, de Gallegos.
Esa magnífica victoria de Fernández sirvió para que el interés del público creciera, de cara al “Gran Premio 13 de Diciembre”, anunciado para el día 14 del último mes del año, en Santa Juana.

EL GRAN PREMIO 13 DE DICIEMBRE


Mucho más ambicioso que los anteriores resultó este desafío encarado por la institución presidida por Durandez.
La sola mención de su nombre imponía respeto en cualquier circuito.
Extraordinario mecánico y talentoso piloto venía de Trelew y se llamaba
José Vazquez, aunque todos lo conocían por "Pepe Ruso"
A los Ford T, se agregaban esta vez, los poderosos autos de la Fuerza Limitada que traían a Comodoro Rivadavia a los mas importantes pilotos de la región.
El Auto Moto Club convocó y la respuesta de los hombres del volante no se hizo esperar. Desde Esquel, llegó Guillermo Quintana; de Trelew, “Pepe Ruso” y Nino Violi; de Puerto Madryn, Pedro Sancha, Oscar Ebene, Ubaldo Manocchio y Antonio Cadeo; de Puerto Deseado, Eduardo Feijoo, Ernesto Costa y Aldino Fava; de Fitz Roy, Argentino González; de Perito Moreno, Elpidio Tejedor y de Comodoro Rivadavia, Juan Fernández, Ricardo Bordeira, José Corredera y Gerardo Castillo. Más figuras no se podían pedir.
El sábado 13 se llevaron a cabo las pruebas de clasificación, que consistieron en una vuelta de ensayo y otra de clasificación para cada piloto, resultando los mas veloces, José Corredera, en Ford T y Guillermo Quintana, en Fuerza Limitada.
Reservada para pilotos no ganadores, a las tres de la tarde del 14 de diciembre, se puso en marcha, con cinco autos en pista, la categoría Ford T Semipreparados.
El deseadense Feijoo, tras intensa lucha con Gerardo Castillo, se quedó con la victoria, seguido por el nombrado Castillo y Amado Bernardez.
Buen aperitivo para el plato fuerte de la jornada, la Fuerza Limitada, que a las cuatro de la tarde se puso en marcha con Quintana picando en punta.
Cuentan las crónicas periodísticas de entonces, que fue un carrerón.
De arranque nomás, la lucha se planteó dura entre Quintana, Sancha, “Pepe Ruso” y Fernández.
El auto de Pedro Sancha yace volcado a un costado del polvoriento
camino de Km 8. El 14 de diciembre de 1952 sufrió el accidente cuando
solo le faltaba una vuelta para ganar el Gran Premio Día del Petroleo
Al de Comodoro Rivadavia le duró poco la ilusión, ya que en la cuarta vuelta, el motor de su auto dijo basta y lo dejó de a pie.
“Pepe Ruso” aguantó el tren hasta el octavo giro. Allí quedó con el motor humeante y silencioso. Mientras tanto, Quintana y Sancha no se perdonaban nada.
En la vuelta cuatro, en plena recta principal, Sancha quebró la línea del piloto de Esquel y tomó la punta, pero Quintana no era de darse por vencido fácilmente y volvió al ataque.
En el quinto giro estaba otra vez puntero. Palo y palo. Por momentos mandaba Quintana, en otros, Sancha. Ocho, diez, quince, diecisiete vueltas así.
Quintana adelante, muy jugado, la “curva Bissi” que se le vino encima y el trompo anunciado que lo sacó fuera de pista y lo hizo perder un giro.
La carrera no se le podía escapar a Sancha. Sabedor de ello, el de Puerto Madryn apuró el tren, para definir el pleito.
¡Cuantas veces dicho que solo con la bandera a cuadros terminan las carreras!
Tal vez en un instante llegó a pensarlo Pedro Sancha, cuando en la vuelta dieciocho perdió el control del auto e inició una loca cabriola que terminó en vuelco.
O quizás lo pensó Quintana al pasar por el lugar y comprobar que la carrera que se le había escapado una vuelta antes, volvía a ser suya.
Finalmente, Guillermo Quintana se llevó la victoria para Esquel, empleando 1h45m10s y dejando atrás al sorprendente Gerardo Castillo, quien con una máquina evidentemente inferior logró un buen resultado en base a regularidad.
El primer “Gran Premio 13 de Diciembre”, se había cumplido con todo éxito. Con los años sería un clásico del automovilismo comodorense, que al igual que la actividad petrolera e YPF, que la impulsó, iniciaría su decadencia en los albores de los años 90.

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