sábado, 23 de octubre de 2010

EL AÑO DE SIXTO

Como pocas veces antes, la temporada automovilística de 1975 se inició muy temprano, apenas comenzado el año. El 19 de enero, bajo la organización del Auto Moto Club, el Hot Rod se presentó en el autódromo General San Martín, acompañado esta vez por la categoría Ford T Semipreparados que tras muchos años volvía a pisar suelo comodorense para mostrar victorioso a Audelino Valdez.
En el Hot Rod, la sorpresa la dio el StuChe, un Studebaker con motor Chevrolet preparado por Victorino Viegas, que en el arranque de la temporada se inscribía en la lista de ganadores, conducido por Miguel “Lito” Paincho. Ese día empezaba a escribirse la exitosa pero corta historia del StuChe, un revolucionario auto del Hot Rod, que no tuvo final feliz.


Lito Paincho termina victorioso en el autódromo General San Martín.
Comenzaba a escribirse la exitosa pero breve existencia del StuChe
en el Hot Rod
Lo cierto es que en aquella jornada de enero, Lito Paincho relegó las aspiraciones del campeón, Emilio Moratinos, mandándolo al segundo lugar, tras una disputada final en la que ganó por cinco segundos de diferencia. Tercero, a nueve segundos, Jorge Petrinoli; cuarto, a 10s, Abel Sixto; quinto, a 27s, Ramón Arias; sexto, a 33s, Petete González; séptimo, a 36s, el sarmientino Felipe Mercury; octavo, a 37s, Oscar Purzel; noveno, a 44s, José Maria Cienfuegos, de Los Antiguos; décimo, a 47s, José Rodiño y mas atrás, Alberto Lagoa, Roberto Barattini, Alfonso Rementería, Saturnino Castro y Eladio Valle.
Con nuevo ingrediente, apto para la polémica, el Hot Rod había comenzado otra temporada que como las anteriores, sería apasionante.
El 9 de febrero, el Turismo Nacional, en sus clases A y C, se presentó en Comandante Luís Piedrabuena, donde dominaron los pilotos de Río Gallegos. Carlos Mayeste ganó en la categoría menor, en tanto José Pirilol se impuso en la clase C, hasta 2000cc de cilindrada.
El mismo día, el circuito “17 de Octubre” de Caleta Olivia, recibió al Hot Rod, que iba por la segunda fecha de su campeonato. Todos los honores fueron para el piloto de Las Heras, Ramón Arias, que no tuvo mayores inconvenientes para ganar esta prueba organizada por el Auto Club Caleta Olivia.

Llegó al Hot Rod desde Las Heras, en 1975 y muy prontó
se convirtió en figura, su nombre: Ramón Arias.
Poco menos de un mes después, lo mejor del Turismo Nacional, clases B y C, se presentó en el autódromo de Comodoro Rivadavia. El rosarino Juan Pablo Zampa, que algunos años después arrasaría en Europa, junto a Chipy Breard, resultó ganador de la clase menor, con un Fiat 128, tras la disputa de dos series, por suma de tiempos.
En la fantástica categoría C, donde se daban duelos memorables entre Fiat y Peugeot, el triunfo fue para un auto italiano, conducido por el sanjuanino Ricardo Zuninno, que al término del año se consagraría Campeón Argentino, pero los aplausos y las ovaciones fueron para el comodorense Mario Jones, quien a bordo de una cupé Fiat 125 cumplió una actuación memorable.
En la primera serie, donde sufrió un espectacular accidente Angel Di Nezio, en la entrada a la recta principal, Zuninno no tuvo mayores inconvenientes en ganarle a Paco Mayorga, Juan Vallasciani, José Carlomagno, Carlos “Cascote” Juárez y Jorge Maggi.


En secuencia, el espectacular accidente del "Yeti" Di Nezio.
Fue en la entrada a la recta del General San Martín.
En ese entonces no había posibilidades de escape, el guard rail
estaba pegado a la pista.

En la segunda serie, la gran emoción comenzaba a palpitarse, pues tras las diez vueltas, el Chango Fernandino resultó ganador, perseguido de cerca por Mario Jones, quien comenzaba a construir su formidable carrera. Detrás de ellos, Roberto Pachelo, Constante Moreno Preto, Osvaldo “Cocho” López, Oscar Rodríguez Marsilli, Juan Iriarte, “El Fugitivo”, el “Pájaro” Carlos Garro y Jorge Gorchs.
Y luego, la gran final, sobre 25 giros, corrida bajo un temporal de viento y tierra que hizo recordar a todos que estaban en la Patagonia.
Pero eso a nadie le importaba, es que en la grilla de partida, detrás del Chango Fernandino y el Colorado Zuninno estaba ubicado el auto de Mario Jones. La ilusión de un pueblo subida a una Fiat 125 que nerviosamente aceleraba su motor en la línea de largada.
De pronto, el rugir de aquellos motores fue opacado por la ovación de la gente y el grito fue uno solo, aunque partió de mil gargantas. Saliendo del curvón, rumbo a la viborita, el inolvidable “galenso” tomó la punta de la carrera. Una vuelta, dos, tres... El de Comodoro aguantaba, el sanjuanino apretaba. En la cuarta vuelta, en el frenaje del curvón, Zuninno logró su objetivo y quebró la línea de marcha de Jones, apoderándose de la punta. Allí comenzó otra carrera; de aguantar la punta, Mario Jones pasó a buscarla sin complejos, sin achicarse por que quien estaba adelante era una de las más promisorias figuras del automovilismo nacional. Miles de almas parecían empujar a ese auto que no se despegaba del puntero y esperaba su oportunidad. Y el momento llegó en la vuelta nueve. Otra vez un frenaje, ahora en la entrada a la viborita y nuevamente la maniobra arriesgada, la que hacen los que saben cuando quieren ganar una posición. Por adentro, casi bloqueando, Mario Jones otra vez en punta. Y otra vez los gritos. Y otra vez los brazos en alto. Y otra vez el sueño ganador de la gente, picando bien alto.

El inolvidable Mario Jones y la cupé Fiat que hizo vibrar
al autódromo General San Martín
 Dos vueltas más pudo aguantar el de Comodoro, hasta que en la once debió ceder definitivamente ante la tremenda presión del piloto del equipo oficial Fiat. Mario Jones ya no pudo volver a la punta, pero a nadie le importó, había dado todo y había hecho vibrar al público como pocas veces antes lo había hecho. El segundo puesto final fue el merecido premio que obtuvo, agigantado por el hecho de haber dejado atrás, nada mas ni nada menos, que a “Cascote” Juárez, Carlos Garro, Paco Mayorga, Alfredo Pisandelli, Juan Vallasciani y Jorge Gorchs, que no era poco decir.
Incentivado por esta actuación, Jones decidió viajar a Buenos Aires a correr en el “Oscar Alfredo Gálvez”, las 20 horas de APAT. Para correrlas eligió un compañero de lujo: el flaco Carlos Mottino. Lamentablemente la suerte no estuvo con ellos y como tantas veces sucede en el automovilismo, debieron regresar a Comodoro Rivadavia con la frustración a cuestas.

El Colorado Zuninno, ganador en Comodoro Rivadavia en 1975.
Detras de el, en la persecución, Mario Velazco
El 25 de marzo los diarios locales publicaron una nota firmada por el ex dirigente del Círculo de Volantes y del Club Los Andes, José “Pepe” Casal, acusando a esas instituciones y al Auto Moto Club de estar matando al Hot Rod con sus disputas institucionales.
Entre otras cosas, Casal recriminaba a las tres entidades no pagar los premios acordados, no hacer cumplir los reglamentos y no aplicar sanciones por faltas cometidas por algunos pilotos. Nadie contestó jamás esa nota, sin embargo los hechos que se sucedieron demostraron que tal vez en su momento debió prestársele más atención.
El 1° de Mayo el Hot Rod volvió a la actividad. Esta vez fue en El Faro, bajo la organización del Club Los Andes., con una convocatoria fabulosa que obligó, por la gran cantidad de autos, a realizar seis series.
Al final, Moratinos volvió a la victoria, ganando con comodidad las 14 vueltas de la final. A 37s8/10 fue segundo Ramón Arias; a 48s6/10 se ubicó Ramonin Fernández; a 58s9/10, Pelusa Castro y a 1m14s un debutante que en la siguiente temporada llegaría al campeonato: Juan José “Corcho” Kank. Mas atrás, Rodiño, “El Griego”, Arroyo, Leske, Neme, Regemburger, Giannotta, Barattini, Joaquín Iturriza, Vernetti, Rojido y Saleme.

Otro grande de su tiempo corriendo en Comodoro Rivadavia, el sanjuanino
Carlos "Cascote" Juarez, con la cupé 125 de 1975.
(Foto:  Fotógrafo desconocido)

Un mes y medio después, el 16 de junio, otra vez el Hot Rod y otra vez El Faro. Pero esta vez el drama se hizo presente.
Se corría la primera serie cuando por la recta principal pasó lanzado el auto de José García, mas conocido como “El Vasco”, de Las Heras. Al llegar al fondo de la extensa recta, antes de encarar el curvón a la izquierda, algo pasó, algo falló y el auto siguió derecho, descontrolado, pegó contra el terraplén y en su alocado vuelo embistió una camioneta y un grupo de espectadores que se encontraba en el lugar. Como consecuencia de los golpes recibidos, tras ser trasladado de urgencia al hospital de Km 8, algunas horas después dejó de existir el adolescente Omar Enrique González, de tan solo 14 años de edad.
Ajena al drama que se vivía afuera, la carrera continuó y en la final, otra vez la desgracia se hizo presente. Esta vez fue el turno de Enrique Lola, acompañado por Antonio Mataresse, quien en plena recta principal, quien sabe bien por que, se puso de costado, perdió el control del auto y comenzó una espectacular seguidilla de tumbos. El accidente fue brutal y Lola salvó su vida milagrosamente. Por muchos años permanecería alejado del automovilismo, hasta su total recuperación.



Tres imágenes del accidente de Enrique Lola en El Faro. Ese día
el ex presidente del Auto Moto Club salvó su vida de milagro.
Aquella tarde de otoño en El Faro, fue más gris y fria de lo habitual. A muy pocos les importó la victoria de Vicente Giannotta, el podio de Pepe Rodiño y “El Griego o los debuts de Jorge Malo y Carlos Costilla. Algo no había terminado bien y la angustia derrotó ampliamente a la alegría.
El automovilismo volvió a rugir el 13 de julio, esta vez en el autódromo, con la disputa del “Gran Premio Cita de Honor”, para Fiat 600 y Hot Rod.
Fernando “Gato” Abregó, a mas de 108 km/h de promedio ganó en los Fiat 600, seguido por Jorge Altamirano, Carlos Fernández y Rubén Barrientos.
En el Hot Rod, la mayor expectativa estaba dada por la vuelta del StuChe, conducido ahora por el exitoso piloto del Turismo Nacional 850cc, Juan Brazao, que de esta manera debutaba en la categoría mayor.
Pero esta vez el auto cumplió a medias. Apenas un segundo puesto en la serie, detrás de Moratinos y muy poco en la final, donde terminó décimo, a una vuelta del ganador.
Los laureles fueron todos para Moratinos, a casi 130 km/h de promedio, escoltado a 12s por Eduardo Arroyo, de excelente trabajo con el auto de Alfonso Rementería; Mario Vernetti, a 20s6/10; Carlos Knez, a 27s; Ramón Arias, a 32s; Pepe Rodiño, a 42s; Giannotta, a 42s7/10; Eladio Valle, a 1m06s; Agustín Castro, a 1m16s y luego Juan Brazao, a una vuelta; José Maria Cienfuegos, a 2 vueltas y Juan Carlos Fita, a 7 vueltas.

Asenié, Castro y Lago salen de la viborita del General San Martín
y comienzan la trepada. Asi se peleaba cada posición en el Hot Rod de 1975.
 Mientras el automovilismo regional aguardaba su siguiente presentación, el 3 de agosto, Carlos Alberto Reutemann le regalaba a los argentinos una de sus victorias mas brillantes, al ganar sobre un Brabham Cosworth el Gran Premio de Alemania, corrido en el legendario circuito de Nurburgring.
El 7 de septiembre el Hot Rod fue al “17 de Octubre” de Caleta Olivia, para protagonizar un carrerón que sobre el final se decidió a favor de Abel Sixto, que por solo 3s5/10 le ganó a Horacio Vega y por 8s9/10 a Pepe Rodiño. Ellos tres fueron dueños del espectáculo, opacando de alguna manera lo hecho más atrás por Ramón Arias, Jorge Malo Angel Saleme, Roberto Regemburger, Juan Carlos Fita, José Maria Cienfuegos, Eduardo Arroyo, Rubén Castro, Alberto Leske y Emilio Moratinos.
Abel Sixto ganando en Caleta Olivia en 1975.
Al término de aquel año se convertiría en campeón del Hot Rod
Durante ese mismo mes, el Club La Rivera, de Rawson convocó al Hot Rod y hacia allí fue la categoría, aunque sin todo su potencial y con pocos autos. Fue triunfo de Evaristo Guzmán, seguido por el Potrillo Vega, Armando Metral, Jorge Petrinoli, Fernando Rodiño y Ernesto Perry.
Poco antes de la siguiente presentación de la categoría en el autódromo de Comodoro Rivadavia, el 27 de septiembre, Raúl Andrés Vilariño resultó reelecto presidente del Auto Moto Club, acompañado, como vicepresidente, por don Juan Fernández; secretario, Jorge Rigoni; tesorero, José Rollan y vocales, Carlos Mottino, Leopoldo Obora, Julio Guerreiro, Héctor Durand y Néstor Blanco.
Unos días después, el 5 de octubre, el Auto Moto Club organizó en su autódromo la siguiente presentación del Hot Rod. Fue el retorno del StuChe y la primera victoria en la categoría del regular e inteligente Juan Brazao, quien superó por 4s5/10 a Ramón Arias; por 8s2/10 a “Corcho” Kank; por 31s8/10 a Horacio Vega; por 34s a Petrinoli y por 36s al Negro Vernetti. Mas atrás quedaron José Rodiño, Jorge Malo, Fernando Rodiño, Eladio Valle y Evaristo Guzmán. Sin poder llegar al final, el Porteño Lagoa, Petete González, Armando Metral, Moratinos, Pipo Stefen, Horacio Berthe, José Maria Cienfuegos, Eduardo Arroyo y Abel Sixto.
Una semana después, en Piedrabuena, el Turismo Nacional clases A y C. En la categoría menor, dominio comodorense con una gran victoria del joven Carlos Costilla, escoltado por el notable piloto y preparador, Cacho Bustos.
En la clase C, otra vez todo se lo llevó Río Gallegos, con Freddy Fuhr ganador, escoltado por Carlos Lafuente y mas atrás el local, Argentino Luque.
La vuelta del Hot Rod a El Faro fue el 2 de noviembre, cuando el campeonato estaba al rojo vivo y comenzaba a buscar una definición entre tres candidatos: Emilio Moratinos, Abel Sixto y Ramón Arias.
Como para no regalar nada, Moratinos fue el ganador, dejando atrás a Vega, Kank, Sixto, Rodiño, Valle, Castro, Fita, Vernetti, Rementería, Berthe, Guzmán y Cienfuegos.
Eladio Valle y Aracena, transitando la recta del circuito El Faro.
Observe la gente, ahi nomas. Las medidas de seguridad llegaron despues.
Dos grandes de verdad del automovilismo regional:
Emilio Moratinos y Horacio "Potrillo" Vega, en 1975.
Comodoro Rivadavia y Puerto Deseado unidos por el automovilismo
Catorce días después la penúltima del año, en Caleta Olivia. Dos series, ganadas por Berthe y Archivaldo Archi y una final que en pista fue para Ramón Arias pero en la revisación técnica quedó en manos de Corcho Kank, cuando el revisor, Luís Fiscela, excluyó al hombre de Las Heras porque el árbol de levas de su motor no dio la alzada reglamentaria.
Mientras tanto, Moratinos que fue tercero y Sixto, que terminó quinto, le agregaron pimienta al campeonato a solo una fecha del final.
Pocas veces una definición de campeonato tan apasionante como aquella del año 1975. Sixto llegaba con una ventaja que si bien no definía nada, le daba cierta tranquilidad. Detrás estaban Moratinos y Arias, ambos sabiendo que se la tenían que jugar.
Antes de empezar la carrera, en las pruebas previas, explotó el motor del auto de Sixto y el hombre, amargado, quedó a un costado del circuito despidiéndose del campeonato. ¿Cómo se iba a imaginar lo que vendría?
Así las cosas, el duelo era mano a mano entre Moratinos y Arias. El campeón del 74 hizo pata ancha y ganó su serie; Arias le retrucó enseguida y ganó la suya. Todo estaba para definir en la final.
Doce vueltas a todo o nada. El Potrillo Vega picó adelante y Mario Vernetti se largó a perseguirlo, mientras Moratinos y Arias hacían su carrera aparte. En la quinta vuelta el motor del auto del hombre de Las Heras cantó el no va mas y sus aspiraciones de campeón se desvanecieron. Todo quedaba para Moratinos, que solo necesitaba ser tercero para retener el uno. ¡Y estaba tercero y cómodo!

Moratinos en El Faro, corriendo rumbo al
campeonato 1975. Se le escapó en la ultima carrerqa
a 200 metros de la llegada.
Ultima vuelta, aguantando, Horacio Vega le ganó por 2s1/10 a Vernetti y todos los ojos se posaron en la última curva, esperando la aparición de Moratinos. El N° 108 pisó la recta principal y aceleró hacia la bandera a cuadros, hacia la gloria del bicampeonato. Y de pronto la acelerada en vacío y el auto que empieza a perder velocidad, ya sin tracción, hasta detenerse totalmente a 150 metros del final. Nadie podía creerlo, ni Moratinos, que tenía la bandera a cuadros a la vista; ni el público que miraba atónito y no alcanzaba a comprender; ni mucho menos Abel Sixto que recuperaba, poco antes de terminar la carrera, lo que creía haber perdido poco antes de empezar.
Y entonces, el último golpe de escena, la última emoción, ese toque diferente que solo tienen los elegidos. De pronto, Moratinos y su acompañante bajaron del auto y no para abandonar la carrera, como muchos pensaron, sino para hacer el último esfuerzo, el de los grandes guerreros que jamás se dan por vencidos. Empujando y empujando, piloto y acompañante recorrieron los metros que faltaban para el final, ante el delirio del público que aplaudía enloquecido.
No alcanzo para ser campeón, porque fueron quintos y el título se lo llevó Sixto, pero fue suficiente para salvar la dignidad, para enaltecer el espíritu deportivo de un hombre, que no por casualidad, treinta y cinco años después sigue siendo el gran ídolo de los aficionados.

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