lunes, 24 de enero de 2011

EL PRIMER SUEÑO

Por el mes de junio de 1956, aquellos que frecuentemente transitaban por la ruta 3 hacia Rada Tilly, comenzaron a observar un movimiento extraño en terrenos ubicados en las cercanías de Punta Piedras, muy próximo a los pozos R de YPF.
Algunos movimientos de suelo y un alambre tejido que poco a poco iba delimitando una fracción, llamaron la atención de la gente, que no tardaría en enterarse que había comenzado la construcción del futuro autódromo del Auto Moto Club.


El 27 de junio, las autoridades de la entidad despejaron todas las dudas, al invitar a la prensa a recorrer las obras que se llevaban a cabo en el lugar.
Sobre la fracción de terreno que a comienzos de año la Municipalidad había adjudicado al Club, se llevaban a cabo tareas de limpieza y trazado de la nueva pista, al tiempo que se colocaba el alambrado perimetral.
El autódromo “General San Martín” comenzaba a ser realidad. Un año y medio después, apadrinado por Juan Manuel Fangio, sería inaugurado.
¿Cómo era aquel primer autódromo que tuvo la ciudad? Se trataba de un triángulo irregular de 1.640 metros de extensión, con tres rectas de 556, 627 y 152 metros, respectivamente y tres curvas de 54, 60 y 112 metros.


La pista tenía un ancho de veinte metros en las rectas y veintidós en las curvas, con los diez metros centrales pavimentados en todo su recorrido.
A esto se agregó la cabina de control, un amplio salón ubicado sobre la recta principal, en la parte interna, de doce metros de largo por cuatro de ancho, con todo su frente vidriado, provisto de salas para cronometristas, periodistas y autoridades. Hoy desaparecida, la construcción fue identificada muchos años después como “la enfermería”.
El 26 de abril, en Asamblea General Ordinaria, Leoncio Durandez resultó reelecto presidente del club por tercer periodo consecutivo y unos días después anunció para el mes de octubre la inauguración del autódromo. No pudo ser, factores climáticos y un invierno que avanzo sobre la primavera, obligaron a la postergación hasta el mes de diciembre.


El primer autódromo que tuvo Comodoro Rivadavia acaba de ser inaugurado.
Compartiendo el momento, Leoncio Durandez, Juan Manuel Fangio, Nazareno Matélica,
el vicario de la diócesis y el Obispo, Monseñor Perez..
(Foto: Gentileza Auto Moto Club Comodoro Rivadavia)
Día 22 del último mes del año 1957. El momento soñado, por el cual tanto se había trabajado, llegaba por fin. A las dos y media de la tarde de esa jornada, luego de la bendición de las instalaciones, impartida por el obispo diocesano, monseñor Carlos Mariano Pérez, Juan Manuel Fangio y su esposa, acompañados por Leoncio Durandez y Raúl Alonso, cortaron la cinta que dejó oficialmente inaugurado el autódromo “General San Martín” de Comodoro Rivadavia.
Previo a eso, el sábado a la tarde, se habían llevado a cabo las pruebas de clasificación y por la noche, en el Salón Luso repleto, se desarrolló un gran baile social del que tomaron parte los ilustres invitados, socios del club, pilotos y simpatizantes.
El domingo 22, a las tres de la tarde, una carrera de motocicletas, ganada por Ubaldo Lambretch, abrió la programación y luego los rugientes motores de los coches standard hasta 1500cc de cilindrada, Ford T Semipreparados y Fuerza Limitada, anunciaban al viento que Comodoro Rivadavia, por fin, contaba con el escenario automovilístico que se merecía.

Gerardo Castillo, el ganador de la Categoría Ford T en la inauguración
del Autódromo General San Martín
(Fotografía:  Foto San Martín)
El fuego lo abrieron los pequeños autos de la categoría standard, en la que Enrique Legari se impuso sin mayores inconvenientes a 73,520 km/h de promedio, tras quince vueltas.
Más atractiva resultó la prueba de Ford T, la que, pese a la deserción antes de largar de Américo Blanco Brid, por rotura de una biela y el prematuro abandono de Juan Fernández, ofreció un buen espectáculo a la inmensa cantidad de público presente.
La lucha central por la victoria estuvo planteada entre Nazareno Matélica y Gerardo Castillo, quienes no se dieron tregua a lo largo de los treinta giros.
Hasta la vuelta veinte mandaba Matélica, perseguido por Castillo y cuando parecía que podía definir la carrera a su favor, un trompo le hizo perder el lugar de privilegio en manos de Castillo, quien finalmente se quedó con la victoria a un promedio de 88,332 km/h. Segundo terminó Matélica, tercero Eliseo Diez, de Gaiman; cuarto José Corredera y quinto José Gómez, de Sarmiento.

Un instante para la historia. Nazareno Matélica entra en trompo y se le
escapa un triunfo que tenía casi asegurado en Ford T, el día en que se
inauguró el autódromo de Comodoro Rivadavia
(Fotografía:  Foto San Martín)
Matélica se quedó con el consuelo de establecer el récord de vuelta con 1m02s4/5 a 91,250 km/h de promedio.
Y finalmente, el plato fuerte de la jornada: la Fuerza Limitada. Con nombres tales como los esquelinos Guillermo Quintana y Toto González, los portuarios Pedro y Andres Sancha, los comodorenses Juan José Ruiz y Gerardo Castillo, Rodolfo Marich, de Guardia Mitre y muy especialmente el piloto de Tres Arroyos, Puchin Tortoni.
Y algo mas, ese día llegaba al automovilismo regional un hombre que en los siguientes cuarenta años estaría vinculado a la actividad, como piloto, preparador y dirigente: Esteban Horvat.
Apenas iniciada la competencia, Tortoni tomó la delantera y rápidamente estiro diferencias, demostrando una amplia superioridad sobre el resto de los participantes, que muy poco podían hacer para contrarrestar la aplastante marcha del hombre visitante.

Parecía que se quedaba con todo en la final de la Fuerza Limitada, pero
los imprevisibles fierros se lo negaron. Se llamaba Puchin Tortoni y vino
a correr desde Tres Arroyos.
(Fotografía:  Foto San Martín)
Promediando la carrera, cuando se disputaba el giro diecisiete de los treinta y cinco previstos, una densa nube de humo saliendo de los escapes, anunciaba el final parta Tortoni, quien pocos metros mas adelante abandonaría, dejando planteada la lucha por el triunfo entre Toto González y Guillermo Quintana, que lo seguían a más de medio circuito de diferencia.
El resto de la competencia fue vibrante y en el final González se quedó con el triunfo en 41m32s a un promedio de 90,978 km/h, no sin antes batallar intensamente con Quintana, que terminó segundo.
En este duelo final, Toto González marcó el récord de vuelta del circuito, girando en 58s4/5 a más de 102 km/h.

Inauguración del autódromo de Comodoro Rivadavia, en 1957.
La final del Ford T se pone en marcha y Juan Fernández pica en punta,
a su derecha, Gerardo Castillo y del otro lado, Eliseo Diez, de Gaiman.
(Fotografía:  Foto San Martín)
La fiesta grande había llegado a su fin. Una nueva reunión danzante en el Salón Luso, el mismo domingo a la noche, sirvió para la entrega de premios a los ganadores y reconocimiento a los padrinos del flamante autódromo, que en los doce años siguientes sería el escenario mayor de la región, hasta la inauguración del actual circuito, en diciembre de 1969.

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