lunes, 24 de enero de 2011

EL SUEÑO MAS GRANDE

Una semana después de finalizado el Gran Premio de Turismo de 1969, el Turismo de Carretera de la región corrió en el compactado de Gaiman. A 117,300 km/h ganó Mario Velazco, con el Panizza Tornado; a 1m03s terminó segundo el comodorense Willy Kank, con la Liebre 1 ½; tercero a 1m19s el Crespi Tornado de Hugo Bimboni y en el cuarto lugar, a 1m34s, Benito Calvo, conduciendo la Garrafa que los hermanos Bellavigna habían construido años antes para Andrea Viannini, impulsada ahora por un motor Tornado.
Cuando promediaba la primavera de aquel año 69, el nuevo trazado del autódromo General San Martín comenzó a cubrirse de asfalto. Ya era presidente del Auto Moto Club, Raúl Andrés Vilariño, que sería el encargado de inaugurar las obras que juntos habían soñado y concretado con el inolvidable Juan Bautista Fernández y tantos otros.
Habilitado para la visita de la prensa, aún sin terminar, se pudo comprobar que se trataba de un dibujo de 3.764 metros de extensión que no difería demasiado del anterior trazado de tierra, aunque se incorporaba una zona de curvas que luego sería conocida como la “viborita” y fundamentalmente se le cambiaba el sentido de giro para adaptarlo al criterio universal de dar vueltas en el sentido de las agujas del reloj.
Tras la visita, todos coincidieron en lo mismo: sería un circuito muy rápido. Un mes después, los pilotos del Turismo de Carretera Nacional confirmarían tal presunción.
¿Quién que lo haya vivido podrá olvidar el 14 de diciembre del año 1969? Aquel día, toda una ciudad concretaba un sueño gracias al trabajo constante, generosamente desinteresado, apasionado, incansable, tozudo, enorme de un puñado de sus hijos que creyó de verdad aquello de “si puedes imaginarlo, puedes hacerlo”. Un grupo de hombres profundamente comprometidos con la responsabilidad que habían asumido y que supo aprovechar con lucidez las oportunidades que el momento brindaba para concretar una obra gigantesca. Un ejemplo de dirigentes.
Con la disputa del “Gran Premio Nuevas Naftas YPF” para el Turismo de Carretera, organizado en forma conjunta por el Auto Moto Club y el Club Ingeniero Luís A. Huergo, brazo social y deportivo de la poderosa Yacimientos Petrolíferos Fiscales, el flamante autódromo de Comodoro Rivadavia, concretado merced al apoyo de la empresa estatal, quedaba inaugurado.
El Gobernador de la provincia del Chubut, contralmirante Guillermo Pérez Pitton; el Intendente Municipal, capitán de fragata Pedro Amarante; las máximas autoridades de YPF y del Auto Moto Club, fueron los encargados de presidir la ceremonia de inauguración, en la que el reverendo padre Juan Corti bendijo las instalaciones.
A las tres de la tarde con cincuenta minutos, los autos salieron a la pista. Las Liebre III, el Halcón Ford, el Trueno Naranja y otros ejemplares de esa envergadura, atronaron el aire comodorense circulando por el inmaculado asfalto del autódromo General San Martín.
Pilotos de la talla de Luís Di Palma, Carlos Pairetti, Gastón Perkins, Jorge Ternengo, Oscar Mauricio Franco y otros, comenzaban a desentrañar los secretos del nuevo escenario.
La gente, desbordando la capacidad del circuito, ocupando cada centímetro de tierra disponible para ver la carrera. Una fiesta grande, como merecían quienes la soñaron.
¿La carrera? Un concierto de Luís Di Palma y su Liebre III, ganando las dos series disputadas, clavando el record de vuelta en 1m26s7/10, derrochando talento para que disfruten los patagónicos.
Tras cuarenta vueltas de carrera, divididas en dos series, Di Palma ganó en 1h00m11s1/10, a 150,097 km/h. Detrás del inolvidable arrecifeño, Jorge Ternengo, con el Halcón Ford; Carlos Alberto Pairetti, con el trueno Naranja; Gastón Perkins y Oscar Mauricio Franco, con sendas Liebre III; Adrián Villegas, con una Liebre II; Héctor Rey, con Liebre 1 ½; Matías Mujica, con Torino y José Gallo y Norberto Castañon, con Chevrolet.
Di Palma se iba feliz con su victoria, Gastón Perkins festejaba en Comodoro Rivadavia la obtención del título de campeón del TC, y todos se retiraban alegres. La ciudad tenía ahora un escenario de primer nivel, para su propio automovilismo y para montar espectáculos de la máxima jerarquía nacional.

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