lunes, 24 de enero de 2011

JUNTARSE PARA CRECER

En 1967, el desencanto ya se había apoderado de los comodorenses. El “boom” petrolero era apenas un recuerdo y la anulación de los contratos con las empresas extranjeras, decretada por el presidente Arturo Illia en 1963, mató para siempre una ilusión y puso a Comodoro Rivadavia de cara a una realidad poco antes inimaginable.
Aquel año, el hombre lograba la increíble hazaña de pisar la luna mientras la gente se asombraba mas que por el hecho en si mismo por la posibilidad de estar viéndolo en directo por televisión, en un alarde monumental del avance tecnológico.
También ese 1967 llegaban al país los pesos ley 18.188, enloqueciendo a todos en aquella tarea cotidiana de la conversión, agregando o quitando ceros a la moneda, mientras casi todos, “académicos” o no, nos alegrábamos con la consagración de Racing Club como campeón del mundo, luego de tres épicas batallas con el Celtic de Glasgow que culminaron en Montevideo con el antológico gol del “Chango” Cardenas.
El automovilismo argentino sufría un quiebre histórico que lo modificaría para siempre. El nuevo rumbo que había comenzado a señalar José Froilán González con el “Chevitu” y tibiamente habían seguido Ford, con los Falcon de Rodolfo de Alzaga y Atilio Viale del Carril y Chrysler, con el Valiant de Carlos Loeffel, se consolida en marzo del 67, cuando Héctor Luís Gradassi, con el debutante Torino de Oreste Berta arrasa en la Vuelta de San Pedro e inicia un lustro de dominio del producto de Industrias Kaiser Argentina.
Los autos compactos demostraban con contundencia, que eran el presente del automovilismo argentino y firmaban el acta de defunción de las “cupecitas”, que emprendían un glorioso retiro luego de escribir cuarenta memorables años de historia por las rutas del país.
Entretanto, en Comodoro Rivadavia, tras una asamblea general ordinaria, Juan Bautista Fernandez resultó electo presidente del Auto Moto Club, acompañado en la vice presidencia por Raúl Andrés Vilariño. Entre ambos, conducirían al grupo de gente que soñó y un par de años después concretó el sueño del gran autódromo.
En lo estrictamente deportivo, algunas carreras en la región servían para mantener viva la expectativa de la gente, alternándose el Anexo J, las Camionetas que empezaban a prender en el gusto de la gente, los Compactos Nacionales y alguna esporádica presentación del Ford T, que transitaba los últimos días de su existencia.
Así, el 6 de agosto de 1967, organizado por la Asociación de Volantes Mar y Valle
las Camionetas y el Anexo J hasta 1600cc corrieron en un circuito de tierra de 1.950 metros de extensión, en la ciudad de Trelew.
Entre los autos de turismo, la victoria fue para Benito Calvo, con Fiat 1500, seguido por los portuarios Oscar Ebene y Nino Violi.
En Camionetas, dos series, ganadas por Milan Lahuta y “El Califa” y una final que significó un gran triunfo de Vicente Giannotta, a 89,500 km/h de promedio, aventajando por 7s1/5 a Lahuta y dejando mas atrás a “El Califa”, Cacho Crespo, Omar Arabia, Saverio Collazo y José Manuel.
Dos meses después, pero esta vez en Rawson, en el circuito Mar y Río, de 8000 metros de extensión y con la organización del Centro Español, el Beto Rodríguez, con el Chevrolet 400, le ganaba por 14 segundos al Torino de Osvaldo Flores, en la categoría Compactos Nacionales, mientras en las Camionetas, Milan Lahuta doblegaba por 5 segundos a Omar Abdala y por 2m49s a Mario Velazco.
El 15 de octubre, don Américo Blanco Brid en Jaramillo, conseguía su victoria número no se cuantas en Ford T, al imponerse a Juan Carlos Loureiro, Enrique Koprowsky y Alberto Lorenz, cinco días antes de que desde Buenos Aires se pusiera en marcha el Gran Premio de Turismo que contó con una legión de chubutenses en su línea de partida.
Fue exactamente a las cero horas del 20 de octubre que la gran carrera se puso en marcha desde la sede del Automóvil Club Argentino, con destino a Villa Carlos Paz, punto final de la primera etapa.
Formando parte de la larga fila de automóviles que iniciaba la carrera, con el número 98, el Renault 1093 de la categoría “A”, conducido por el comodorense Joaquín Blanco, que finalmente no pudo ser de la partida; tres coupé Fiat 1500 de la categoría “B”, la número 239 del trelewense Benito Calvo y los comodorenses Héctor Costilla, con el 256 y Santos Muniaín, con el 312; un Peugeot 404 de la categoría “C”, con Selin Kesen al volante y el número 435 y con el 502, el Chevrolet 400 de la categoría “D”, tripulado por el piloto de Puerto Madryn, Pedro Sancha.
Al término del primer tramo, en Carlos Paz, Eduardo Rodríguez Canedo, con el Torino, era el puntero de la carrera, escoltado ,en soberbia actuación, a 9m30s, por Pedro Sancha que relegaba al tercer lugar al otro Torino de Mario Tarducci.
En la categoría “B”, Héctor Costilla se ubicaba sexto, a 9m19s del Lancia Fulvia de Juan Manuel Bordeu y en la “D”, Selin Kesen estaba 23° a 1h02m20s del poderoso Porsche del polaco Sovieslaw Zasada.
Tras el descanso, el 22 de octubre se corrió la difícil segunda etapa, entre Carlos Paz y San Juan, al término de la cual Rodríguez Canedo y Sancha mantuvieron sus posiciones y Gastón Perkins, con Torino, trepó al tercer lugar.
En la general de la “C”, seguía mandando Zasada, mientras Kesen ascendía al 15° puesto y en la “B” punteaba Cacho Fangio, con Lancia Fulvia, con Costilla ubicado en el quinto lugar, Benito Calvo 15° y Santos Muniain 33°.
El día 24, la etapa más dura del Gran Premio, el filtro de autos y pilotos: desde San Juan a Catamarca. Curva tras curva. Acelerar, frenar y doblar, para volver a acelerar, frenar y doblar. Exigencia sin límites para frenos, cubiertas, cajas de velocidad y resistencia humana.
El “Chino” Canedo no aflojaba y se mantenía firme en la punta de la carrera, pero Sancha no era menos y se persistía en la persecución, en un trabajo que a esa altura ya había ganado el reconocimiento general.
Mientras tanto, Carlos Reutemann, con la coupé Fiat se adueñaba de la punta de la categoría “B”, noveno venía Costilla y Muniain ascendía al 18° lugar. En algún lugar de la cordillera catamarqueña, masticando bronca, había quedado trunca la ilusión de Benito Calvo.
En la “C”, Carlos Ballbé, con el BMW le arrebató la etapa a Zasada pero no le alcanzó para desalojarlo del primer puesto en la general, mientras Kesen, que fue quinto en el tramo, ya se metía octavo en la carrera.
Desde Catamarca hasta Alta Gracia, la cuarta etapa, corrida el 26 de octubre. La que marcó el abandono de Santos Muniain y los ascensos de Costilla al octavo lugar y de Kesen al sexto, Mientras Rodríguez Canedo seguía manejando la carrera, siempre con Sancha detrás.
El 28 de octubre, el Gran Premio finalizó en Junín con victoria para Eduardo Rodríguez Canedo y un consagratorio lugar de escolta para el portuario Pedro Sancha, que con su Chevrolet 400 terminó a 17m20s del “Chino”.
En la categoría “C”, Sovieslaw Zasada y su Porsche se quedaron con todo, escoltados por los Peugeot 404 de Homero Luna y José Daporta y cumpliendo un excelente trabajo, en el noveno puesto final, a 4h45m, Selin Kesen y su Peugeot.
En la categoría “B”, la victoria final fue para Paco Mayorga, a bordo de la coupé Fiat, seguido por el Lancia Fulvia de Cacho Fangio y los Fiat de Mario Vesuri y Angel Di Nezio. Héctor Costilla, con Fiat, a 2h10m39s, ocupó un meritorio séptimo puesto final.

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